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Los pilares de Basilia Esteban; trabajo, constancia y buen humor

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No todo es digitalización y automatización. Una empresa que quiera crecer en su mercado, no debe obcecarse sólo en resultados y rentabilidad económica. Eso es algo que tiene claro Florbú, compañía que, pese a ser actualmente uno de los referentes en el mercado galletero, no se olvida de dónde viene. 

Y es que los valores de una fábrica son los de sus trabajadores, de eso sabe mucho Basilia Esteban Esteban, natural de la provincia de Burgos. “He trabajado muy a gusto aquí, me he sentido muy querida y muy apoyada. Eso sí me lo han reflejado y la empresa me lo ha hecho saber en el día a día. Me han dado confianza en mí, vengo a trabajar con tranquilidad e ilusión”, asegura.

¿Quién es Basilia Esteban?

Basilia, o Basi, como la llaman sus compañeras, ha trabajado 18 años en la fábrica de Florbú, desde que tenía 46. Esta mujer, que hoy tiene 64 años, se acaba de prejubilar el pasado mes de enero. “ Siempre dije que empecé mayor a trabajar; siempre se entra joven, con 20, 30 o 35 años”, pese a ello, se ha hecho con el control tanto de la máquina en la que ha estado desde entonces, “en la Jiménez; una línea de barquillo. Ahí he estado siempre. Yo recogía el producto y lo envasaba, o lo metía en unas guías”.

La línea «Jiménez», comúnmente denominada como «línea 1», es el apelativo cariñoso que le ha concedido la familia que ha formado durante tantos años Basilia y sus compañeras.

Pese a que el primer día lo recuerda con “nervios por si lo haré bien o lo haré mal”, como ella misma comenta, no le costó hacerse con la máquina que le tocó, así como con la confianza de sus compañeros y jefes. “Con todas las compañeras y compañeros he estado muy a gusto, y lo mismo con los jefes. Siempre los he considerado compañeros, más que jefes”.

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Cuéntanos algo más de esa familia

En una fábrica, hay días en que las cosas van bien y otros que son más complicados, ahí reside la diferencia entre unos compañeros de trabajo y una familia. Basilia recuerda “un día en la Jiménez en que las cosas no iban muy bien, se atascó un producto en una cadena y yo ese día me quería morir. Podía haber pasado que tuviéramos que parar la línea por una pifia que pasó. Ahora nos reímos mucho”.

Es tan esencial ese buen trato que Basilia tenía con sus compañeras para sacar adelante el trabajo en un buen ambiente, que aún se ríe cuando recuerda alguna anécdota en la fábrica. “ Llamé a Irene, la que está al principio de la línea. Yo estaba al final. La estaba llamando y no me oía, así que fui a buscarla. “Irene, ¿pero dónde estás? Que no te veo”. Total que llegué y le dije; “¿pero no me oyes, o qué?”. Y es que estaba hablando con otra compañera, Esther. Entonces, me dio la tontería de asustarlas con una escoba”.

Cómo ve el presente y futuro de Florbú

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Para que una empresa evolucione y se abra paso a mercados más grandes, debe existir una sinergia entre dirección y producción, como tiene claro Basilia. Ella afirma que “en el trabajo ahora todo se ha informatizado, antes era mucho más manual. Estoy orgullosa porque he sido partícipe de ello. Lo he vivido con el tesón de la empresa, de los trabajadores, que trabajamos juntos. Como no trabajen juntas las dos ideas…”.

El secreto de ese éxito, tiene claro nuestra protagonista, es siempre esa familiaridad, y asegura que “como esto siga así, y viendo cómo ha avanzado, el futuro va a ser bueno. Una empresa muy familiar, que tiene esa esencia. En la línea en la que yo he acabado éramos cuatro y seguimos siendo cuatro. Es un trabajo que se realiza con cuatro. Antes y ahora. Siempre las mismas. Es un ambiente familiar.”

Y ahora, ¿qué?

Basilia repara que es posiblemente la última vez que haya vuelto a Florbú, la fábrica con la que se han visto crecer juntos. Por ende, le embarga una sensación agridulce; “voy a echar de menos muchas cosas, más de las que podáis pensar. Han sido muchos años, he pasado mucho tiempo… El trato ese de entrar, charlar, la vivencia con las compañeras, trabajar mano a mano con los compañeros… El ambiente».

No puede despedirse sin mandar un mensaje y hablar de sus compañeras de línea, que en su despedida le prepararon “algo espectacular» comenta. «Me dieron mucho cariño, me lo expresaron y no se me olvidará nunca”. Si tiene que mandarles un mensaje que no podría ser más de Basilia, este sería: “Venga, chiquitas, que esto hay que levantarlo. Que nos quedan dos horas, esto se pasa enseguida”.

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